lunes, 25 de abril de 2011

Frío

Tan solo me queda viajar por lo espeso de la niebla,
flotar entre los sueños; esos que preferiría fueran mi realidad.
Estrechar su mano por ultima vez.

Tan solo me queda lo difícil de comprender
un absurdo actuar, y detestar más absurdamente las decisiones
ya tomadas.

Cuando sonrío con esa mueca automática,
cuando siento el frío invernal entre los orificios de mi pecho.
Ahí por fin descubro el lugar más vacío que poseo.

Me aturdo. Irrumpe mi noche como es habitual
ese reclamo inconsolable,
el tic tac de mi conciencia se rehúsa a abandonarme.
Una y otra vez me hunde el corazón en el pecho,
vulnerando las trampas de la memoria,
anteponiendo el cadáver que vive en medio de mi cabeza.

La vida se me ha vuelto oscura y el invierno poco ayuda.
Las gotas de la lluvia; perfecto camuflaje para huir de las preguntas.
Caminatas sin sentido por los caminos destruidos de derrumbes, e ahí
la larga tempestad por la que se transita en el tan llamado ''después''.

Frío, siento tanto frío; no de ese corporal
sino más bien del que te hiela el alma, del que te paraliza el corazón,
del que te hace vulnerable a todo lo que nombre tu drama.
La piel se siente pasada a llevar al cortar lazos indestructibles al pensamiento.
La erupción dentro de mi cabeza es insoportable.

Me he vuelto nada y no logro ver cuando fui algo consistente.
La arena dentro del mar, solo soy un
recuerdo dentro de su cabeza, si tan solo fuera dentro de
su corazón, la erupción seria menos mortal.

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